Aún no puedo creer que hayan
pasado ya treinta años desde entonces. Son tantas las vivencias y tantos los
recuerdos que aún permanecen frescos en mi mente, que todavía me parece estar
en mi casa, con mis padres y mis hermanos. Una tarde fría y lluviosa de
domingo. Mi madre prepara un chocolate caliente y mi padre juega con nosotros
en el salón con uno de los juguetes que él mismo nos construía. Era increíble,
con una simple lata o una caja de cartón nos hacía el coche más moderno o la
casa de muñecas más hermosa que cualquier niño quisiera tener.
No teníamos dinero, lo justo para
vivir, pero sí éramos poseedores de algo que a muchas personas les gustaría
tener hoy en día: éramos felices y se respiraba amor…
cm lo sabes, n como ahora q los niños estos ns conforman con nada, me encanta xDD
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